lunes, 14 de diciembre de 2009

¡Te buscaré!

(Con dedicación a "Davelars")

Esa primera noche en que te vi,
una ilusión nació dentro de mí.
Confieso que moría por besarte
y con todas mis fuerzas abrazarte.

Estar con tu familia ¡Fue lo mejor!
Y no llamarte ¡Fue mi gran error!
Pues siento que contigo quiero estar
y ansío tanto ya volverte a hablar.

Te buscaré, prometo que lo haré,
me gustas y te quiero conocer
me interesas y... ¡Ya te quiero ver!

Estoy seguro que te encontraré...
pues eres hoguera en mis pensamientos,
¡La que ahora arde en mis sentimientos!

             
                                                                                                       Axel Lewis


Bien pues este es un nuevo soneto que escribí ayer, tal parece que una nueva musa ha hecho que me inspire a escribir algo nuevamente, algunos ya les he hablado de él. Por primera vez no escuché mi corazón y no me arriesgué a ver que sucedía por escuchar los consejos de otros que no sienten lo que yo. Como dije: "No me importa que tenga que buscarte, no importa que sea yo quien te llame y te apapache... todo sea con tal de demostrarte cuanto me interesas, cuanto me gustas y cuanto deseo salir contigo y abrazarte".

miércoles, 26 de agosto de 2009

Frío en el alma


El cielo anuncia una lluvia en esta ajetreada ciudad del DF. ¿Tengo frío? Si... tengo frío. Corro por las calles tratando de encontrar un refugio antes de que empiece la lluvia. Hay personas a mi alrededor protegiéndose de lo mismo. Alguna preocupadas por llegar tarde al trabajo; otras enojadas por estar esperando mientras pasa el fenómeno. Yo me siento raro, extraño. Con mis brazos trato de darle un poco de calor a mi cuerpo, necesito un abrazo. Si... un abrazo, no importa si es de amiga, de hermano, de madre o de amor, pero siento que lo necesito. Miro al cielo y recuerdo lo vivido y lo que no también. De un momento a otro emprendo una carrera rápida para encontrar otro refugio un poco máscercano a la casa. Llego a otro espacio y veo a una señora pasando realmente frío y de pronto siento que no estoy tan mal. La vida me ha tenido muchas tretas pero vivo bien, me siento bien y estoy disfrutando lo que tengo. Existen los recuerdos tristes que son capaces de producirte un frío mas intenso que cualquier lluvia, más doloroso. Necesito tranquilizarme, las alturas de esta enorme ciudad hacen que me agite con facilidad. La lluvia se vuelve más tenue y aprovecho para salir de ese lugar en el que me encontraba. Camino un poco y pienso brevemente. ¿Qué pienso? Pienso en mañana, pienso en pasado y pienso en ti. Pero no estás... ¡Ya no estás! A veces el frío te cala tanto los huesos que hace que no pienses cuerdamente y un sin fin de locuras internas se vuelven un sí. Se vuelven una constante y hacen que te pierdas en la vorágine vertiginosa de lo imposible, de lo que no pasará jamás y es en ese momento de locura que piso un charco y vuelvo en sí. La lluvia vuelve a incrementar y esta vez no hay nadie junto a mí. Es así como a veces me siento estando lejos de allí... de ahí donde dejé mi seguridad, mi vida, mi gente... Estoy mojado y siento mas frío. Casi estoy en la casa, casi estoy a punto de entrar pero retrocedo. ¿Qué caso tiene entrar? Aunque pueda cambiarme y estar en un lugar cálido, el frío seguirá dentro de mí. Estoy afuera y miro la gente que pasa. Pasa, pasa y pasa. ¿Y qué me pasa? Pasa que estoy bloqueado, estoy varado y sé que hacer... pero no se por donde empezar. De pronto veo a lo lejos un niño con los pantalones rotos, la cara sucia, despeinado y no parece haber comido aún. Veo lo contento que está de saltar de charco en charco. Sé que tiene frío, sé que no ha comido, sé que tal vez no ha jugado como cualquier niño y seguramente no lo hará en algún tiempo, pero lo veo feliz. Feliz con la lluvia, feliz con lo que pasa y feliz con algo tan insignificante como lo es una terrible lluvia. Pasa junto a mí y me brinda una sonrisa. De pronto una increíble calma abrazó mi corazón y me hizo darme cuenta por donde hay que comenzar. Por un sonrisa... una grande y enorme sonrisa. Cuando esta a punto de perderse de mi vista decido subir a mi casa, dejar mis cosas y salir de nuevo. Estando fuera, la lluvia es mas fuerte pero ahora mi deseo por ser feliz es mas grande. Ahora estoy saltando los charcos bajo la lluvia, me siento feliz y ya no tengo frío.

sábado, 15 de agosto de 2009

Nueva ciudad... nueva vida

La mañana es oscura, el aire frío y no existe ya rastro de mi bello Cancún.

Son las seis treinta del día y emprendo el viaje a mi lugar de estudios. Aunque no quiera, el encontrarme en esta ciudad me llena un poco de inseguridad. Veo ojos sospechosos, sombras y ruidos por los cuales exaltarme. Voy rápido, muy rápido, y mientras bajo las escaleras del pasaje que me lleva al metro Chapultepec por la linea rosa, mi mente hace un recuento de los acontecimientos presentados en estas dos semanas. Después de haber bajado del avión, me hallo con clima nuevo, personas nuevas, lugar nuevo, casa nueva, ambiente nuevo. A veces me siento un poco torpe al no aprenderme las calles y perderme hasta en mi propia y nueva escuela. Paso la seguridad y tomo el metro que me lleva a la siguiente estación "Juanacatlán". A pesar de ser tan criticada esta atareada capital, la quiero; me gusta y me hace sentir bien. Creo que es algo un poco extraño sentirme como en casa cuando no se ni la calle donde vivo, supongo que debe ser eso que algunos llaman: "sentido de pertenencia", pues regreso al lugar de donde soy, con su clima, con sus tardes tristes y nubladas, con sus ruidosas noches y sus traficadas mañanas. Regreso a mis sueños... ¡Vivir en el Distrito Federal! Por un momento olvido la calle por donde tengo que salir del metro pero después de unos breves instantes doy con mi paradero y camino hacia la escuela. A veces pienso si fue lo mejor venirme para acá, abandonar mi familia, a mis amigos, las compañías de Teatro, mi seguridad y todo lo que implicaba vivir en ese paraíso tropical. Francamente siempre contesto lo mismo: "Se que hice lo mejor y aunque todo es nuevo para mí, aunque añore lo que ya tenía, estoy seguro que explotaré estas pasiones que dentro de mi por siempre contenía". De pronto un guardia me ayuda a pasar la puerta de la escuela. Paso inadvertido entre los estudiantes y me dirijo hacia el salón de clases, y mientras subo las escaleras un suspiro dentro de mí me hace recordar que vine para emprender el vuelo y aunque aún no paso de los dos metros, sé que estoy en el camino correcto. Es hora de sentarme, guardar silencio y poner atención, pues la clase está por comenzar.

El sol estaba a todo lo que da

Mis pies están llenos de arena, mi vista puesta al mar y el sol está a todo lo que da.
Con una toalla puesta en la playa me siento bajo el cielo azul. Observo en las alturas
como una gaviota emprende el vuelo y la pierdo hasta que toca el suelo. Estoy solo,
muy solo. El viento me da uno que otro escalofrío y tu recuerdo es cada vez mas sombrío.
La verdad no sé que hago aquí, a mí ni siquiera me gusta la playa y no se hable de la
arena que tanto me desagrada. A mi mente vienen los recuerdos de este lugar, pues
todos los pasé contigo. Nunca habría venido a esta parte del bello Cancún si no hubiera
sido por tan obstinada insistencia. A penas llegábamos y corrías por todas partes, te
quitabas la ropa y antes de que pudiera decir: "Sentémonos en alguna sombra" tu ya
estabas nadando en el mar. Recuerdo tu sonrisa, tu bella y enorme sonrisa y lo feliz
que eras al venir aquí, es tal vez por eso que hoy me hallo aquí, en la playa, para quizás
ver en una cara tu sonrisa y la alegría que tanto te caracterizaba. Con el sonido del
mar me llegan nuestras voces en una formidable plática, llegaban también los cariños
que nos hacíamos e incluso mis oídos llegan a escuchar tu "Te amo" en cada ola que
rompe con la orilla del mar. Estoy a punto de partir a otra ciudad y de pronto me dieron
unas ganas locas de venir aquí, a tu lugar, a tu espacio, a este auténtico encuentro
contigo, respirar en la brisa tu perfume y ver en el sol los mechones güeros de tu pelo
como tu los llamas. Dos pelícanos vuelan sobre mí y siguen su camino por la orilla de
la playa, como tú, como yo. Aunque son caminos distintos y ciudades diferentes yo te
llevo conmigo y sé que tú me llevas contigo, como cuando agarrados de la mano mojábamos
nuestros pies entre la playa y el mar para por fin podernos marchar. Este era justamente
el momento que mas amaba... "El atardecer". Cuando el cielo vestía de gala y con mil
colores en él. Mientras el estar entre tus brazos era el camino abierto para llegar a la
gloria. La marea sube y el viento se vuelve más frío. Con un arcoiris se ilumina mi rostro
y una nube negra que veo venir me da las fuerzas necesarias para vivir. Es hora de
marcharme, recojo tus recuerdos esparcidos en la arena blanca y los guardo muy dentro
de mí. El sol por fin ha bajado mi vista ha declinado a otra parte y mis pies en el suelo
hacen méritos para retratarte.

jueves, 6 de agosto de 2009

"Abro los ojos pero ya estoy durmiendo"


Abro los ojos. Se enciende la luz. Ya estoy despierto. Miro alrededor de la habitación pero no hay nada. Observo el espacio que existe junto a mi cama pero no hay nadie. No hay nada ni nadie, nadie. ¿Y cómo podría haber alguien? Aún está obscuro y el reloj marca las 3:22am. De pronto me pongo de pié y me quedo quieto junto a la ventana. Levanto la vista y observo las estrellas. Comienzo a contarlas: 1, 2, 3… 1018, 1019, 1020… 2406, 2407, 2408… Puedo hacer esto toda la noche pero estoy cansado. Me siento triste, desconsolado. Hace aproximadamente un mes un ladrón se metió a robar. Robó mis sueños, mis deseos, mis esperanzas y se quedó con mi corazón. Sé que me recuperaré. Tendré nuevos sueños y nuevos deseos aunque haya quedado lastimada la esperanza. Me doy cuenta de que en verdad estoy herido, hay cosas que puedo volverá tener pero… ¿Qué hacer con el corazón robado? ¿Qué hacer cuando queda un espacio dentro de ti? Mi mente da vueltas y mientras el recuerdo da un viaje por Santa Lucía, Fundidora, La cola de Caballo, El Cerro de la silla, Guadalajara, los antros, las playas, mis calles y todos esos lugares que visitamos. Hoy es la hora de recomenzar, vagar, vivir en otra parte. ¡No importa! Finalmente el adiós es el mismo aquí o allá. Tengo mucho sueño pero no quiero dormir porque sé que te veré de nuevo y mientras mi inconsciente trabaja una estrategia para estar cerca de ti, la mañana que está por hacerse presente me demostrará lo lejos que ya estas de aquí. Ahora que pestañar se vuelve inevitable, en mi recuerdo aletea todo lo que nunca quise haber visto, pero lo veo. Veo muchos pedazos de cosas extrañas junto a mis pies. Muevo una que otra pieza y encuentro algunos lazos rotos. Aquellos que a distancia cortaste y mal heriste. Aquellos que nunca imaginé verlos en los suelos. Siento frio, mucho frio. Cierro la ventana y camino un poco. Me detengo junto a mi cama y me siento sobre ella. Con mis dedos rozo desde la esquina de mi almohada hasta la punta de la cama. Extraño el abrazo, el beso y esa última frasecita antes de dormir. Extraño las palabras, las risas y los escándalos. No niego haber buscado compañía y brindado un corazón nuevo pero… ¡No, no hubo alguna que me hiciera volar al infinito y más allá! Sin darme cuenta ya es de día. Miro el reloj y han dado las 11:11am. Dicen que es una hora mágica, llena de energía, pues es el momento justo en que todos los planetas se alinean y los elementos naturales complotean para hacer cualquier deseos realidad. Trato de pensar en algo que anhele y es difícil poder escoger uno en un minuto pero por fin me he decidido. Miro nuevamente por la ventana, veo las nubes y pido al cielo con todas mis fuerzas ¡No volver a soñar contigo! Ni con tu rostro, con tus manías y con tu mano llevándome por el camino de la vida. Más que un deseo es un anhelo. Necesito estar bien, curar las heridas, reparar la esperanza, rehacer metas, fijar un futuro y dejar descansar un poco a este agitado amor… De pronto cierro los ojos, se apaga la luz y ¡Ya estoy durmiendo!