miércoles, 26 de agosto de 2009

Frío en el alma


El cielo anuncia una lluvia en esta ajetreada ciudad del DF. ¿Tengo frío? Si... tengo frío. Corro por las calles tratando de encontrar un refugio antes de que empiece la lluvia. Hay personas a mi alrededor protegiéndose de lo mismo. Alguna preocupadas por llegar tarde al trabajo; otras enojadas por estar esperando mientras pasa el fenómeno. Yo me siento raro, extraño. Con mis brazos trato de darle un poco de calor a mi cuerpo, necesito un abrazo. Si... un abrazo, no importa si es de amiga, de hermano, de madre o de amor, pero siento que lo necesito. Miro al cielo y recuerdo lo vivido y lo que no también. De un momento a otro emprendo una carrera rápida para encontrar otro refugio un poco máscercano a la casa. Llego a otro espacio y veo a una señora pasando realmente frío y de pronto siento que no estoy tan mal. La vida me ha tenido muchas tretas pero vivo bien, me siento bien y estoy disfrutando lo que tengo. Existen los recuerdos tristes que son capaces de producirte un frío mas intenso que cualquier lluvia, más doloroso. Necesito tranquilizarme, las alturas de esta enorme ciudad hacen que me agite con facilidad. La lluvia se vuelve más tenue y aprovecho para salir de ese lugar en el que me encontraba. Camino un poco y pienso brevemente. ¿Qué pienso? Pienso en mañana, pienso en pasado y pienso en ti. Pero no estás... ¡Ya no estás! A veces el frío te cala tanto los huesos que hace que no pienses cuerdamente y un sin fin de locuras internas se vuelven un sí. Se vuelven una constante y hacen que te pierdas en la vorágine vertiginosa de lo imposible, de lo que no pasará jamás y es en ese momento de locura que piso un charco y vuelvo en sí. La lluvia vuelve a incrementar y esta vez no hay nadie junto a mí. Es así como a veces me siento estando lejos de allí... de ahí donde dejé mi seguridad, mi vida, mi gente... Estoy mojado y siento mas frío. Casi estoy en la casa, casi estoy a punto de entrar pero retrocedo. ¿Qué caso tiene entrar? Aunque pueda cambiarme y estar en un lugar cálido, el frío seguirá dentro de mí. Estoy afuera y miro la gente que pasa. Pasa, pasa y pasa. ¿Y qué me pasa? Pasa que estoy bloqueado, estoy varado y sé que hacer... pero no se por donde empezar. De pronto veo a lo lejos un niño con los pantalones rotos, la cara sucia, despeinado y no parece haber comido aún. Veo lo contento que está de saltar de charco en charco. Sé que tiene frío, sé que no ha comido, sé que tal vez no ha jugado como cualquier niño y seguramente no lo hará en algún tiempo, pero lo veo feliz. Feliz con la lluvia, feliz con lo que pasa y feliz con algo tan insignificante como lo es una terrible lluvia. Pasa junto a mí y me brinda una sonrisa. De pronto una increíble calma abrazó mi corazón y me hizo darme cuenta por donde hay que comenzar. Por un sonrisa... una grande y enorme sonrisa. Cuando esta a punto de perderse de mi vista decido subir a mi casa, dejar mis cosas y salir de nuevo. Estando fuera, la lluvia es mas fuerte pero ahora mi deseo por ser feliz es mas grande. Ahora estoy saltando los charcos bajo la lluvia, me siento feliz y ya no tengo frío.

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